viernes, 9 de mayo de 2014

El placer de enlazar a un periódico que lo agradece

Espero que #nohacefaltapapel, el blog del que saco la referencia, tampoco sea de los que rechazan que alguien difunda su contenido.

El periódico al que me refiero es el New York Times. Eduardo Suárez resume en su post un coloquio con la presencia de Arthur O. Sulzberger, editor de la cabecera americana durante más de dos décadas.

Pongámonos en antecedentes: El Times está sufriendo la misma crisis económica y el corolario de crisis periodística que sufren todos los medios de comunicación del mundo. Por el momento están logrando salvar la edición en papel mediante una estrategia en dos frentes. Por una parte la integración total de la redacción de papel con el equipo de la edición online. La segunda batalla se libra en los despachos de los responsables de negocio, que han logrado crear un modelo basado en la calidad y en que los usuarios paguen por ella.

He estado en algunas redacciones de diarios españoles. Aquí "los de la web" son vistos como unos frikis o como periodistas de segunda que se limitan a picar teletipos. Por mucho que algunos medios presuman de ello, la integración no es real o difícilmente lo es. El modelo de negocio, además, sigue basándose en publicidad por display: cuantos más anuncios servidos, más dinero ingresado. Se pelea por llevar la última hora más que por el rigor informativo y los lectores saben que se practica un periodismo de trinchera por el que resulta difícil convencerles para que paguen. Como sabe muy bien Pedro J.

El PP tiene claro el modelo periodístico que le gusta.
Volviendo al New York Times, queda claro que es un periódico que ha sabido adaptarse a los cambios y una empresa que evoluciona a la par con el mercado. Y su editor piensa esto sobre el canon por cita y las demás trampas de las cabeceras europeas a Google:
Al final Internet es Internet. En cierto modo, este debate es como de hace 10 años y se basa en un malentendido sobre el carácter de las noticias. Los titulares del día no tienen ningún valor y la idea de que uno puede proteger la propiedad intelectual de ese tipo de noticias que están disponibles en todas partes no tiene sentido. Es un debate que me recuerda lo que ha ocurrido siempre en el Reino Unido con las televisiones, que no tenían una estructura tan fuerte como los periódicos y usaban los contenidos de la prensa en muchos de sus programas. Los editores nunca solicitaron una ley que persiguiera a las televisiones por hacer eso. Estaban encantados con la difusión y la publicidad que suponía que su cabecera estuviera presente en la CBS o en la BBC. Mi impresión es que deberíamos concebir los agregadores de noticias más o menos igual: como una oportunidad para construir nuestra audiencia. Nuestro objetivo debe ser mejorar la experiencia que tienen quienes llegan por primera vez a nuestros contenidos para convertir a esos lectores ocasionales en suscriptores de nuestra publicación”.
Habla de Google específicamente porque en Estados Unidos ni se concibe que alguien pudiera atacar la publicidad que supone que tu noticia esté en Digg o en las redes sociales, de las que provienen 65 millones de los usuarios del New York Times, según Sulzberger. La actual redacción de la Ley de Propiedad Intelectual propulsada por Soraya Sáenz de Santamaría no excluye a plataformas como Facebook, Twitter o Menéame del pago del canon por cita.

El reto para mantener su posición en el futuro ahonda en los dos factores de su éxito. Según Mark Thompson, consejero delegado de la empresa, los retos a los que se enfrentan como entidad son:
Cómo mantener la calidad de nuestros contenidos periodísticos y cómo buscar las mejores vías para llegar a audiencias que los aprecien.
Tener un producto digno y mejor que el de la competencia y hacerlo llegar a un mercado que esté dispuesto a pagar por él, bien con suscripción, bien con el tiempo o la molestia de las inserciones publicitarias.

Algunos medios españoles tienen como retos cómo seguir sacando un periódico cada vez con menos profesionales y como sacarles los cuartos a otros ya que ellos son incapaces de encontrar la forma de hacer negocio.

En general son los mismos medios que defienden la famosa mano invisible del mercado. Esa a la que si le dieran la libertad que reclaman para ella, les abofetearía.

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