martes, 3 de junio de 2014

La muerte de las portadas digitales

¿Cuándo fue la última vez que te enteraste de una noticia gorda a través de la home de un medio online? Puede ser que el lunes te enteraras por ahí que el Rey (el que había el lunes por la mañana) tenía un anuncio muy gordo y teclearas sin pensar "abc.es" en la barra del navegador.

Lo más probable es que "por ahí" fuera Twitter. O que barruntaras las novedades gracias a alguno de los memes que arrasaron whatsapp y los muros de Facebook apenas unos minutos después del comunicado institucional de Rajoy.

El único que no necesita a adaptarse a los nuevos tiempos.
La puerta delantera de los medios sigue abierta y cada vez con más carteles luminosos, pero a nosotros nos atrae más el acceso lateral que lleva al rincón que más nos interesa en ese momento. Si las grandes cabeceras fueran un enorme Ikea informativo, queremos saltarnos tanto laberinto que podamos para entrar directamente en la sección de las lámparas o de los sofás.

Ya no basta con levantar la persiana al principio de la jornada, ahora es necesario salir a buscar a tu público. El modelo evoluciona desde el pull media hacia el push media, con los consecuentes cambios de modelo de negocio.

Del artículo que enlazo de Ainhoa Torres en Mis apis por tus cookies no estoy de acuerdo en eso de que el antiguo lector de diarios se acercara de manera activa a la información mientras el actual espera a que le llegue. Parte de la recepción de noticias ahora es pasiva (aparece en tu muro) como antes lo era cuando en los kioscos callejeros te asaltaban los grandes titulares o el niño de las películas gritando: "¡extra, extra!" cuando King Kong llegaba a la ciudad.

Pero por el contrario, también es cierto que hay una labor muy activa de encontrar a los prescriptores ideales para mantenernos informados. Quizá sigues en Twitter a Ignacio Escolar o a Francisco Marhuenda. O has marcado en favoritos de Facebook al compañero de la facultad que siempre cuelga artículos sobre medio ambiente. O tienes una alerta de Google con el nombre de tu actor favorito.

La batalla del marketing ahora mismo se concentra en ser ese prescriptor fiable que en último término, cuando recomienda el producto propio, tiene la confianza de sus seguidores. O ganarte al más popular entre tu audiencia.

Y cómo siempre que analizamos el cambio de paradigma, llegamos a la misma pregunta: ¿cómo encaja en el nuevo escenario un impuesto revolucionario como el canon por cita? ¿De qué sirve poner aranceles a los guías que traen a los excursionistas a tu merendero y no al que hay un poco más abajo, que quizá sea más bonito y está más soleado?

¿Cuándo dejaremos paso a la siguiente generación, más preparada, como dice Juan Carlos I?

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