domingo, 6 de abril de 2014

El fin de los tiempos (de la prensa escrita)

¿Cuándo fue la última vez que compraste un periódico? Es una pregunta seria. Cada vez los medios impresos cuentan menos. Económicamente y también la formación de opinión.

La crisis le ha dado un buen vapuleo al tradicional sistema publicitario en el que se sustentan los periódicos y revistas. Les ha hecho más y más dependientes de factores tan ajenos al periodismo independiente como son las subvenciones para el papel o la publicidad institucional pagada por organismos públicos. Dicho de otra manera, cada vez están más sujetos al control de los poderes públicos.

Sumemos al control gubernamental que el resto de su publicidad proviene de grandes corporaciones como las eléctricas o los bancos. Entidades que, por otra parte, ya son propietarios de grandes paquetes de acciones de dichos medios.

El público es cada vez más consciente de los titiriteros que manejan la función desde entre bastidores. De hay la pérdida de influencia y legitimidad de los medios tradicionales. Internet nos ha revelado no solo esta red de clientelismo, sino también la alternativa para una información más veraz e independiente.

Las grandes cabeceras tradicionales han tratado de integrarse en esta nueva generación de medios de información. No les ha quedado más remedio. Lo han hecho eligiendo lo que para ellos es el mal menor, sin entusiasmo y con escepticismo. Han querido aplicar el lema de El Gatopardo: "que todo cambie para que todo siga igual".



Siguen viendo a la Red como el enemigo a batir, incluso sus propias versiones online. Y no ven la forma de adaptarse y aprovecharse de unos beneficios económicos que aunque escasos, están a su disposición en el entorno digital. Por eso se dan de alta en agregadores como Google News o hacen trampas para recibir tráfico de Menéame con una mano, mientras con la otra claman contra los mismos servicios como si les estuvieran robando. Por eso mismo contratan community managers e incluyen botones sociales en sus webs mientras exigen a Facebook y Twitter que paguen por cada usuario que les envíen.

Los medios tradicionales son los dueños de un pub al que cada vez entra menos gente y que han decidido paliar la crisis haciendo que sus relaciones públicas paguen para realizar su trabajo. Y que una vez dentro nos obligan a bailar una música que no nos gusta y nos sirven matarratas en botellas elegantes.

Luego protestarán porque hacemos botellón.

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