martes, 8 de abril de 2014

Pesadillas sin publicidad

La publicidad se olvida, sorprende, se ignora, hace reír... eso dice el anuncio de Autocontrol, al menos. Pero sobre todo la publicidad sirve para mantener vivos los medios de comunicación digamos "convencionales". Y si alguna vez has cometido el error de comprar una "revista femenina", sabes bien de lo que te hablo.

Ahora bien, la publicidad depende de dos factores fundamentales: uno que haya un público que puedas empaquetar y vender a tus anunciantes. Y dos, que tus comerciales sean unas bestias pardas capaces de vender ese público a los clientes adecuados y recoger los beneficios.

Los medios convencionales saltaron al mundo digital para encontrarse con un país donde manaban la leche y la miel y que para recogerlas solo habían llevado cestos de mimbre.

Solo así se explica que su audiencia online llegue a multiplicar por dos la del papel y sin embargo solo el 30% de los ingresos publicitarios vengan de las versiones web de sus publicaciones. Por poner un ejemplo: El Mundo, según el EGM, tenía en mayo de 2011 1.205.000 lectores diarios en su versión impresa. Al mismo tiempo, 2.033.367 usuarios únicos visitaban su página en Internet, según se jactaban ellos mismos en un artículo que no voy a enlazar porque les da rabia. La brecha hoy en día es mayor, pero no tengo datos precisos actualizados.

La cabecera de Unidad Editorial facturó en febrero 4,3 millones, de los cuales solo el 32% viene del digital. Cuando además sabemos que la publicidad en el papel está en franca retirada, está claro que falla el modelo de negocio. Y si algo nos ha enseñado Chicote es que en España cuando falla tu modelo de negocio lo primero que hay que hacer es buscar a quién echarle la culpa.



Los medios que integran AEDE han decidido que tenían una fiesta llena de gente a la que eran incapaces de venderles una bebida y que por tanto la culpa era de la gente que les había enviado el "exceso" de gente. Por eso han logrado que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría introduzca en la Ley de Protección Intelectual un canon que penalice a todos aquellos que les envíen tráfico mediante un enlace contextualizado. Es lo que se conoce como "tasa Google" y que debería llamarse "Canon Soraya" o "Canon AEDE" en honor a sus creadores.

Teniendo en cuenta que no solo vulnera las reglas más básicas de la economía del sector, sino también atenta contra el constitucional derecho a cita, lo que han conseguido las cabeceras sindicadas en AEDE es... bueno, quizá su objetivo: echar gente de su fiesta. La respuesta de los agregadores y medios digitales amenazados por la nueva versión de la ley se han negado a seguir alimentando a sus atacantes. Solo el boicot de Menéame ha reducido en 1.700.000 las visitas enviadas a los socios de AEDE. Manteniendo esta línea, al final del año perderían del orden de 84.000 euros solo del tráfico de Menéame que ellos rechazan. Es una cifra nimia comparada con el 10% del conjunto del tráfico de los grandes portales de información que aporta Google News. Servicio que, como se ha dicho muchas veces, además es voluntario y el alta en el mismo no se realiza de forma automática.

Lo llaman crisis del periodismo.

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